Las Comitivas

“Cuentan los Yumbeños que los habitantes del barrio Uribe se caracterizaban por gustarle el arroz. Esta costumbre proviene de las famosas “Comitivas” que hacían los jóvenes y señoritas en los grandes solares de sus casas donde se llevaba; papas, arroz, huevos, carne, plátanos, panela y donde se aprovechaba estos espacios para jugar”.

Eran otros tiempos como decía mi abuelo. Hacia la  mitad del siglo XX, Yumbo estaba conformado por cuatro barrios: Belalcázar, Bolívar, Fray Peña y la Chanca.

En estos nacientes barrios iba creciendo una generación alimentada  con agua de panela, leche, frijoles, plátanos y  yuca, cultivados en casa y en las fincas cercanas  al río Cauca.

Algunas de estas haciendas pertenecían a habitantes de Yumbo, que en las horas de la tarde, subían con sus bestias cargadas con racimos de plátano, bultos de yuca, mangos, limones y  naranjas que  repartían entre sus familias y vecinos a precio módicos.

Los jóvenes de esa época se idearon la manera de imitar las comidas que preparaban sus madres y crearon las famosas comitivas.

Se hacían en los solares de las casas, donde cada uno aportaba alimentos que  sacaba de la cocina de su casa y que generalmente consistía en arroz, papas, huevos, chorizos, manteca, carne, y panela.

Los muchachos construían, con ladrillos, un fogón de leña sobre el que colocaban una cazuela grande donde mezclaban todo lo que habían  llevado.

Mientras se cocinaban los alimentos, se acostumbraba  jugar a la gallina ciega, al cojín de guerra, a la lleva, a las jarras, al zun zun de la calavera, al que se mueva le meto una pela, al escondite, al papá y a la mamá y a imitar  bautizos, con una muñeca hecha de trapos.

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Comitivas de Yumbo
Jóvenes de la Institución Educativa Titán, preparando la tradicional comitiva

Los jóvenes y las  señoritas aprovechaban para realizar sus conquistas y coqueteos y de vez en cuando se daban un “piquito”, escondiéndose detrás de los grandes árboles.

Nuestras madres no permitían que se hiciera la comitiva en la cocina, porque según ellas la dejaban “revuelta y sucia”.

Pero a mí me gustaba  que al rato, mi madre viniera a dar una vuelta al patio y nos preguntara ¿Cómo les está quedando el arroz?  y lo probaba, dándole el visto bueno.

Y así fue como  los  hombres y las mujeres de esa época, aprendimos a cocinar y a organizar las famosas comitivas que se convirtieron en una costumbre de cada ocho días, donde nos integrábamos los niños y jóvenes en una sola familia.

Hoy, esta costumbre  ha desaparecido pero queremos que, con sus padres, los jóvenes de hoy las vuelvan a retomar e inviten a sus amigos del barrio  a  participar en comitivas como lo hacían sus mayores.

Texto original: Museo San Sebastián de Yumb.

 

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