“Un grupo de Yumbeños encabezados por doña Amaris Llorente se reunió para determinar cuál era el plato típico de Yumbo. Para ello acudieron los más expertos cocineros, amas de casa, y un grupo de caballeros que concluyeron que el plato típico de los Yumbeños era la sopa de Tortilla”.
Hagamos un poco de memoria. A mediados del siglo pasado, las matronas de Mulaló recorrían los caminos de herradura de Yumbo, Cali y la Cumbre.
Llevando a lomo de mula, tortillas, carantanta, cuchuco, masa para las empanadas, hojas para los tamales, productos todos derivados del maíz que era la materia prima.
Todo esto para un sin número de platos que fueron la base alimenticia de los Colombianos.
Posteriormente, en Yumbo, otras matronas entre las cuales estaban doña Simona Puente y Toña Lenis, empezaron a fabricar las tortillas y venderlas los fines de semana en un puesto que tenían en la galería.
Al lado del fogón de leña las tortilleras preparaban sus mejores recetas para sacar un producto digno del mejor paladar. La tortilla, arepita de maíz añejo, era cocida en una callana de barro.
Para darle el color perfecto y el sabor agridulce del maíz remojado por varios días.
Los preparativos seguían en cada una de las humildes casas de Mulaló y de Yumbo. Las matronas mezclan y amasan, forjando un futuro con el rico alimento de las tortillas, pues su comercio se convirtió en la ayuda semanal para sacar adelante las familias.
Al comprador le presentaban la tortilla en una hoja de plátano soasado al fuego y con dobleces perfectos, para que el paquetico de cuatro tortillas no sufriera ningún maltrato; organizados en canastas hechas de bejucos eran transportados a los mercados cercanos.
Los hombres y mujeres que se dirigían al mercado el día sábado, no podían olvidar la compra de las tortillas para preparar la sopa.
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Un delicioso complemento
Que se complementa con un gran trozo de carne de res, papa amarillas, cilantro, cebolla larga, un poco de ajo y una pizca de cominos para que tenga un sabor especial.
Esta sopa con la cual nos alimentaron nuestras madres y abuelas, se acompañaba con carne de cerdo y chicharrón o con un encebollado de hígado o de carne de res, seguido de una taza de café recién bajado de la hornilla.
Texto: Museo San Sebastián de Yumbo